



-SI CLICÁIS AGRANDARÉIS LAS IMÁGENES-
BONA NIT:
Demá comença el mes de Febrer i ara tradueixo al castellá aquest episodi del llibre "En Peret", de la que fou gran escritora Lola Anglada.
Desde Valencia amb carinyo.
BUENAS NOCHES:
Mañana empieza el mes de febrero y ahora traduzco al castellano este episodio del libro "En Peret", de la que fue gran escritora Lola Anglada .
Este libro hace muchos años que lo tengo en casa
F E B R E R O
Un conejo tranquilo
En la huerta, en el bancal de las espinacas, hay un conejo que está regalando a su paladar una buena verdura. En Peret que lo ve piensa:
-¡Es despierto este conejo!...¡Mirad que quieto está comiendo las espinacas!
Tom (el perro) hace rato que había olido al conejo. Lo ha visto primero que el chico, y no puede deshacer las gracias de todo un perro diligente, porque su pequeño amo le ha mandado que no lo persiga. Y Tom se impacienta, y en Peret que lo ve le dice:
-¡No te muevas de aquí! ¡Déjalo que coma tranquilamente, que a ti no te faltará tampoco un buen plato para comer!
-¡Si,si!-piensa el perro-ves diciendo.¡ Si lo ve tu padre!...
Como Tom está muy impaciente, el mozo le dice otra vez:
-¡Tom, no intentes ir!... ¡Déjalo en paz, que no seremos más pobres, por unos cuántas espinacas!
A Tom se le hace la boca agua
Tom, al ver el conejo, desea atraparlo. Se lo mira sacando la lengua. Y al ver la gracia que el conejo le hace, Peret piensa:
-¡Me jugaría una perdiz, que este chico aún le hará mimos a este conejote!
Mirad si este perro conoce bien a su amo, que no se equivoca nada.
En Peret se pone dentro del bancal de espinacas y se presenta al conejo. Y le dice muy respetuosamente:
-¡Buenos días señor conejo!
Cualquier conejo, delante de cualquier persona habría huído; pero cualquier conejo delante de Peret se está quieto. El Conejo se pone de pié encima de sus patas de atrás y el chico al verlo tan respetuoso también lo saluda y se aprietan las "manos".
Tom, que no puede dejar el sitio que su amo le ha mandado guardar, está
deseando de quimera, y refunfuña entre dientes:
-Habéis visto este conejote?...¡Vete a saber si es modesto o desvergonzado!..¡.Yo, ante la presencia del propietario de las espinacas, habría huído piernas ayudadme! ¡Qué poca dignidad!
La indignación de Tom
Tom se indigna. Si supieráis que quimera que tiene y que celos, al oir que Peret dice al Conejo:
-¡Pues mira, yo no habría creído que las espinacas te gustaran tanto!
¡Como núnca te había visto por el huerto!.
Y el Conejo respo9nde:
-Es la primera vez que vengo. Mi padre me envía, y me había advertido que no tuviera miedo de tí, al llegar aquí, sino que vigilara a tu perro, ¡que lleva malas trazas!
-Es verdad.¡ Mi perro es una cabeza de chorlito!
Estas palabras son una ofensa para Tom, que si no fuera leal a su amo, ya estaría persiguiendo al conejote. Y se indigna aún más al oir al Conejo que vuelve a decir:
-¡Tienes razón. Hace rato que veo como su boca se le hace agua sólo con mirarme! La madre ya me lo ha advertido; cuando he salido de la madriguera, me ha dicho-"¡ Hijo mío, ten cuidado con los perrotes!".
-¿Dónde vives?- le pregunta el niño.
-En el mismo bosquecillo de tu masía.¿Quieres venir?
-Si quieres ahora mismo. Te agradezco la invitación.
-Solamente que no vas a caber en la madriguera. En casa somos muchos de familia y tenemos el sitio justo.
-¿Tan pequeñito como soy?
-Probemos.Pero deja a tu perro, que el padre es muy formal, y no quiere bullicio,-dice el Conejo, lamiéndose los morritos del buen sabor de las espinacas que aún le encuentra.
¡Hacía el bosquecillo!
En Peret sigue al Conejo. Tom no está contento de no ir y sigue detrás.
Al entrar en la madriguera, el Conejo le advierte:
-Si quieres entrar en casa, vístete de conejo:tengo hermanitos pequeños y al ver a un chico se asustarían.
En Peret le parece de no haber comprendido bien y dice:
-¿Qué dices conejo?...¿Qué tengo de vestirme de conejo?...¡Esto no!
- Haz lo que quieras. Yo te digo que si no te disfrazas de conejo, no entrarás.
-¡Es que yo querría entrar!
-¡Decídete.Que entras o no entras?..Venga, ves a disfrazarte de conejo!
-¡No, de conejo no...preferiría ser garza!-exclamó el chico.
El conejo se enfada
¿Por qué le gustará a Peret ser garza? Porque ve una arriba de un pino que se lo mira toda amorosa. El Conejo, que lo ve, se enfada y gira la espalda a Peret, y le dice:
-¡Así menosprecias, y menosprecias a los míos?...También cada día iré a tu huerto y me hartaré de espinacas! Y tu padre irá a tu huerto y encontrará el bancal bien parado!
Al chico le duelen estas palabras, porque el Conejo no habría de comportarss de esta manera habiendo estado tan bien recibido por el muchacho. En Peret bien podría decirle: "¡Si ves, ves,!...¡Ya diré a Tom que te clave el diente!
Pero Peret no es vengativo, ni rencoroso como no lo son los niños buenos y bien educados. Y en vez de decirle palabras soeces, le dice:
-Conejito, perdóname si te he ofendido. Yo te agradezco tu invitación. Pero no es muy acertado ser conejo, hoy. ¡Hoy, con el sol que hace, invita más estarse arriba de un pino, como las garzas, que no dentro una madriguera! ¡He aquí porque hoy no vengo contigo!
El Conejo ni se lo escucha; gira la cola y se mete en la madriguera.
Este gesto, no es muy fino, no lo hemos de criticar; ya sabemos que los pobres conejos no tienen una educación tan refinada como podemos tenerla los niños. Y en Peret, que conoce bien a los conejos y todas los animalitos, y se sabe hacer el cargo.
Espero os haya gustado.
Dulces sueños.
Desde Valencia con cariño, Montserrat Llagostera Vilaró
En la huerta, en el bancal de las espinacas, hay un conejo que está regalando a su paladar una buena verdura. En Peret que lo ve piensa:
-¡Es despierto este conejo!...¡Mirad que quieto está comiendo las espinacas!
Tom (el perro) hace rato que había olido al conejo. Lo ha visto primero que el chico, y no puede deshacer las gracias de todo un perro diligente, porque su pequeño amo le ha mandado que no lo persiga. Y Tom se impacienta, y en Peret que lo ve le dice:
-¡No te muevas de aquí! ¡Déjalo que coma tranquilamente, que a ti no te faltará tampoco un buen plato para comer!
-¡Si,si!-piensa el perro-ves diciendo.¡ Si lo ve tu padre!...
Como Tom está muy impaciente, el mozo le dice otra vez:
-¡Tom, no intentes ir!... ¡Déjalo en paz, que no seremos más pobres, por unos cuántas espinacas!
A Tom se le hace la boca agua
Tom, al ver el conejo, desea atraparlo. Se lo mira sacando la lengua. Y al ver la gracia que el conejo le hace, Peret piensa:
-¡Me jugaría una perdiz, que este chico aún le hará mimos a este conejote!
Mirad si este perro conoce bien a su amo, que no se equivoca nada.
En Peret se pone dentro del bancal de espinacas y se presenta al conejo. Y le dice muy respetuosamente:
-¡Buenos días señor conejo!
Cualquier conejo, delante de cualquier persona habría huído; pero cualquier conejo delante de Peret se está quieto. El Conejo se pone de pié encima de sus patas de atrás y el chico al verlo tan respetuoso también lo saluda y se aprietan las "manos".
Tom, que no puede dejar el sitio que su amo le ha mandado guardar, está
deseando de quimera, y refunfuña entre dientes:
-Habéis visto este conejote?...¡Vete a saber si es modesto o desvergonzado!..¡.Yo, ante la presencia del propietario de las espinacas, habría huído piernas ayudadme! ¡Qué poca dignidad!
La indignación de Tom
Tom se indigna. Si supieráis que quimera que tiene y que celos, al oir que Peret dice al Conejo:
-¡Pues mira, yo no habría creído que las espinacas te gustaran tanto!
¡Como núnca te había visto por el huerto!.
Y el Conejo respo9nde:
-Es la primera vez que vengo. Mi padre me envía, y me había advertido que no tuviera miedo de tí, al llegar aquí, sino que vigilara a tu perro, ¡que lleva malas trazas!
-Es verdad.¡ Mi perro es una cabeza de chorlito!
Estas palabras son una ofensa para Tom, que si no fuera leal a su amo, ya estaría persiguiendo al conejote. Y se indigna aún más al oir al Conejo que vuelve a decir:
-¡Tienes razón. Hace rato que veo como su boca se le hace agua sólo con mirarme! La madre ya me lo ha advertido; cuando he salido de la madriguera, me ha dicho-"¡ Hijo mío, ten cuidado con los perrotes!".
-¿Dónde vives?- le pregunta el niño.
-En el mismo bosquecillo de tu masía.¿Quieres venir?
-Si quieres ahora mismo. Te agradezco la invitación.
-Solamente que no vas a caber en la madriguera. En casa somos muchos de familia y tenemos el sitio justo.
-¿Tan pequeñito como soy?
-Probemos.Pero deja a tu perro, que el padre es muy formal, y no quiere bullicio,-dice el Conejo, lamiéndose los morritos del buen sabor de las espinacas que aún le encuentra.
¡Hacía el bosquecillo!
En Peret sigue al Conejo. Tom no está contento de no ir y sigue detrás.
Al entrar en la madriguera, el Conejo le advierte:
-Si quieres entrar en casa, vístete de conejo:tengo hermanitos pequeños y al ver a un chico se asustarían.
En Peret le parece de no haber comprendido bien y dice:
-¿Qué dices conejo?...¿Qué tengo de vestirme de conejo?...¡Esto no!
- Haz lo que quieras. Yo te digo que si no te disfrazas de conejo, no entrarás.
-¡Es que yo querría entrar!
-¡Decídete.Que entras o no entras?..Venga, ves a disfrazarte de conejo!
-¡No, de conejo no...preferiría ser garza!-exclamó el chico.
El conejo se enfada
¿Por qué le gustará a Peret ser garza? Porque ve una arriba de un pino que se lo mira toda amorosa. El Conejo, que lo ve, se enfada y gira la espalda a Peret, y le dice:
-¡Así menosprecias, y menosprecias a los míos?...También cada día iré a tu huerto y me hartaré de espinacas! Y tu padre irá a tu huerto y encontrará el bancal bien parado!
Al chico le duelen estas palabras, porque el Conejo no habría de comportarss de esta manera habiendo estado tan bien recibido por el muchacho. En Peret bien podría decirle: "¡Si ves, ves,!...¡Ya diré a Tom que te clave el diente!
Pero Peret no es vengativo, ni rencoroso como no lo son los niños buenos y bien educados. Y en vez de decirle palabras soeces, le dice:
-Conejito, perdóname si te he ofendido. Yo te agradezco tu invitación. Pero no es muy acertado ser conejo, hoy. ¡Hoy, con el sol que hace, invita más estarse arriba de un pino, como las garzas, que no dentro una madriguera! ¡He aquí porque hoy no vengo contigo!
El Conejo ni se lo escucha; gira la cola y se mete en la madriguera.
Este gesto, no es muy fino, no lo hemos de criticar; ya sabemos que los pobres conejos no tienen una educación tan refinada como podemos tenerla los niños. Y en Peret, que conoce bien a los conejos y todas los animalitos, y se sabe hacer el cargo.
Espero os haya gustado.
Dulces sueños.
Desde Valencia con cariño, Montserrat Llagostera Vilaró